Por: María Josefina Santa Cruz O. Aromas de Colliguay. Secretaria del Consejo Local de Salud y del Comité de Desarrollo Vecinal Los Pozos-Los Yuyos de Colliguay.
Como todos los años Colliguay celebró la Fiesta de Cuasimodo, partiendo el recorrido en el sector de los Yuyos y finalizando en el sector de El Molino, con misa a la chilena, conjunto folklórico y hasta un pie de cueca.
Siendo una fiesta de raíz campesina de la zona central de Chile, consiste en una procesión a caballo, que acompaña a un sacerdote que va llevando la comunión a los enfermos y los ancianos. La escolta generalmente está constituida de huasos vestidos con sus trajes típicos y en la cabeza, en vez del sombrero, llevan un pañuelo blanco bordados por los propios habitantes de la localidad.
El horror de todo lo vivido estos últimos días —la noticia del horrible crimen de un bebé de tan solo días, cometido en la localidad por una secta foránea—, no fue impedimento para celebrar la tradicional peregrinación. Y como de costumbre, todo el grupo se reunió en torno al padre Jaime, en la Gruta de la Virgen del sector de Los Yuyos.
Mujeres y hombres de todas las edades —pero sobre todo gran cantidad de niños y generaciones jóvenes—, se fueron sumando, en silencio, a la procesión. Se podía ver a muchos padres llevando a sus hijos pequeños sentados en la montura, abrazándolos amorosamente: Lorenzo y su hija Agustina, Mauricio y su hijo José Miguel; pero también, muchos otros niños y jóvenes se hicieron parte del grupo de huasos a caballo: Joaquín, Vicente, Aníbal, Aurora…
Más tarde y luego de visitar varios hogares, la procesión llegó al sector del Molino, encabezada por Maximiliano y Tomás, hermosos gemelos de tan solo dos años y medio, sentados orgullosamente en sus caballos. Más tarde, el padre Jaime celebró la misa en un recinto que se fue poco a poco repletando. Llamaba la atención el recogimiento de las personas. Cuando llegó el momento del Padre Nuestro, de manera automática las manos se fueron uniendo, conformando una cadena solidaria, mostrando la férrea unidad de la comunidad frente a todo el horror y frente a la interrogante que se hace la gente: ¿porqué se eligió Colliguay para cometer un crimen tan horrible?
La geografía del Valle de Colliguay, sus cerros y sus profundas quebradas; sus bosques de matorrales y sus canteras de rocas y minerales, lo convierten en el lugar propicio para esconderse, si sumamos a eso la mínima vigilancia policial, hacen que esta localidad sea el lugar ideal para cometer actos ilícitos.
Colliguay entonces se convierte en un testigo mudo de la demencia y de la desconexión de una madre con su hijo de tan solo días de vida; de la crueldad de un padre que decide darle muerte y de la alienación de un grupo de personas, alejados de todo sentimiento básico de amor hacia una criatura indefensa, produciendo el horror más grande del que hayamos tenido conocimiento en nuestro país. La parte más oscura del alma humana haciéndose visible entre medio de los cerros y las quebradas de esta hermosa Cordillera de la Costa.
Sin embargo, este Colliguay tan estigmatizado por los medios de comunicación —que han saturado el ambiente refiriéndose a la “Secta de Colliguay—, también se transforma en un gran espejo.
Un espejo capaz de reflejar a toda la sociedad la parte más oscura de su psiquis, toda la locura a la que es capaz de llegar el ser humano. Un espejo que refleja todo el desamor, toda la desconexión del ser humano con su propia naturaleza, todo aquello que la sociedad debe sanar.
Fue así como la celebración de Cuasimodo en Colliguay este año, sin quererlo, ha simbolizado el primer acto de sanación colectiva de la parte más enferma del alma de nuestro país! Y eso gracias a todas aquellas personas que se reunieron en paz y en amistad, para celebrar una de las fiestas campesinas más tradicionales de nuestro país. Porque «la luz apaga toda tiniebla, y la vida vence siempre a la muerte»…